Lo que sostiene (a) Pereira

García Márquez dijo que escribir un libro consistía en escribir la primera página y luego las doscientas que venían detrás. Que lo duro era la primera página, en la que se da el tono. Lo demás es dejarse llevar.
"Sostiene Pereira", no requiere de una primera página. Le basta con el título. Está escrito por un narrador que nos traslada aquellas cosas que Pereira, el protagonista, sostiene sobre una historia que le sucedió en  Lisboa, en 1938. Nos cuente lo que nos cuente (1), lo sostiene Pereira. Y así, sin recurrir a la primera persona, sostiene que te sostiene, uno se siente muy cerca a un personaje que claramente cuenta solo aquello que quiere contar (2). Porque se lo cuenta a alguien que no es el lector. Lo escribió el italiano Tabucchi. Pero creo que sus años viviendo en Lisboa le hicieron escoger esta afortunadísima fórmula para que Pereira (periodista portugués) nos llegara oliendo a Fado y Saudade: Educadísimo, reservadísimo, distanciadísimo y melancólico (3) hasta las trancas.

A pesar de que este libro tuvo una buena adaptación al cine con Marcello Mastroianni interpretando a Pereira, este actor (que me encanta) no se ha apoderado de la cara del personaje del libro. Veo a muchos Pereiras por Lisboa. Sentados en el tren, tomando café o escondidos en la esquina de una foto. Viejitos, pero no demasiado, gordos, pero no demasiado, viudos, pero no demasiado. Y me los imagino sosteniendo opiniones en silencio a punto de entrar en acción. Simplemente por estar en Lisboa.




(1) Inicio: "Sostiene Pereira que le conoció un día de verano". 
(2) "Pereira prefiere no decir cómo continuaba porque su sueño no tiene nada que ver con esta historia, sostiene".
(3): "Y aunque pensó en todo aquello no se sintió tranquilo. Sintió en cambio una gran nostalgia, no sabría decir de qué, pero era una gran nostalgia de una vida pasada y una vida futura, sostiene Pereira" 

11 comentarios:

  1. Yo os recomiendo además de Sostiene Pereira, otro que escribió José Saramago, El año de la muerte de Ricardo Reis. Si lo aguantáis (yo durante su lectura le cambié mentalmente el título por El año de la muerte del lector de El año de la muerte de Ricardo Reis) el libro da, creo yo, un punto de vista válido sobre cierto tipo de personaje que habita Lisboa. Sostiene Pereira es mucho más ágil, eso sí, pero ambos son recomendables antes de visitar la ciudad.

    ResponderEliminar
  2. Vamos a ver con Ricardo Reis. Eres el segundo amigo que me lo recomienda. Gracias al primero, su portada me mira a los ojos cada mañana desde la mesita de noche. He llegado hasta la página 83 (exactamente). No puede ser más lisboeta. Y Ricardo es un ser curioso. Pero básicamente ha paseado por Lisboa, se ha comido un par de bacalaos y ha tenido un par de contactos con la gente de su hotel (que está enfrente de dónde cojo el tren para volver del trabajo). Ni una mala historia de amor, un mal flash-back o una enfermedad mortal que justifique el título. Así que muy acertado lo de la muerte del lector mientras lo lee.

    La pregunta es: ¿Mejora la trama, o sigue siendo la cosa como ver crecer una bonita planta? ¿Hago el esfuerzo? ¿Morirá Ricardo antes que yo?

    ResponderEliminar
  3. Pues a ver, no es que o recuerde mucho, pero Ricardo Reis, pues muy animado no era. Estaba todo el día con sus comidas frugales y sus tortillas, que yo recuerde. Y había una señora, pero vamos, todo muy quieto. Eso sí, tengo que decirlo, el final final del libro, la última frase, vamos, es de las que a mí me ha dejado un regusto más dulce, de hecho es un final que recuerdo, cosa que no me pasa con la mayoría de libros. Pero esto es una consideración mía, vamos, que igual llegas al final casi muerto y lees la frase última y maldices a Per Nielsen y a las tortillas frugales de Ricardo Reis y te dices que nunca más, para acto seguido comprarte "La caverna", otro qué tal, y ahí ya cagarte en Saramago y en los oficios tradicionales y en todo. Esto son todo vivencias de las que puedo dar fe.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Queda claro.
      Lo que creo es que has confundido las tortillas de Pereira con las de Ricardito Reis. Que Pereira se pone de tortillas a las finas hierbas hasta las cejas. Lo mismo Ricardo también (después de la página 83) y muere de Salmonella. Sería fantástico que pasara. Vamos, con que pase algo me conformo. Una gastroenteritis sería todo un terremoto argumental. Lo mismo la frase que te conmocionó al final del libro fue "me cago".

      Leeré más del libro y te mantendré informado. Pero nunca maldiciéndote, que has nadado y guardado la ropa como debe hacerse.

      Eliminar
    2. Pereira era el que comía tortillas? Todo este tiempo he vivido mi propia mentira! Entonces quién es el tal Ricardo Reis? Es un álter ego de Fernando Pessoa, leo en la wikipedia portuguesa (http://pt.wikipedia.org/wiki/Ricardo_Reis), y ahí se entienden también las razones por las que no pasa nada en el libro, porque el retrato de Ricardo Reis que hace Saramago es fiel al que imaginó Pessoa, por lo visto.
      Me he puesto a buscar el libro por casa para ver qué más había mezclado, pero no ha habido suerte. A cambio, he visto ahí guardado "Los detectives salvajes", de Roberto Bolaño, y me lo he imaginado como una entrada muy pertinente para un blog titulado mudoenDF.blogspot.mx. De lectura muy recomendable, aunque no viene al caso.

      Eliminar
  4. Me han entrado ganas de leerlo, sostiene kriskros.

    Me encanta el concepto de no demasiado viudo. No sabría decir si su pareja está en coma o si nunca se casaron o si estaba enamorado de la pareja de otr@, sostiene kriskros.

    La bóveda celeste, sostiene el titánido Atlas.

    ResponderEliminar
  5. tus notas al pié hacen que NE-CE-SI-TE leer este libro. El de morir leyendo a Ricardo me da un poco de respeto, pero el caso es que también tienta.
    Si tienes el de Pereira y me lo prestas me comprometo a devolvértelo justo después de "the officde"

    lo de la (a) del título,¿qué pasa? ¿que soy yo la única que no lo he pillado? ¿me lo explica alguien?

    ResponderEliminar
  6. Per, lo del alter ego de Pessoa (persona) sí que lo sabía, pero Ricardito habla del fallecimiento de Pessoa en las primeras páginas. Así que creí que era otra cosa. Pues sí que era aburrido el alter ego de Pessoa. Pessoa era un triste, pero estaba borracho siempre. Seguro que le pasaban cosas.
    "los detectives salvajes". Dime que no es como 2333 y me lo leo. Lo prometo.

    Alicia y Kriskros, os lo dejo. Incluso, incluso os lo podéis comprar. Editorial Anagrama. Está en bolsillo. Por lo que cuesta una copa (en MAdrid) o dos en Ciudad Real.

    Los conceptos medio mudo y la (a) no es que sean claves en el libro, pero tienen que ver con lo que cuenta.

    ResponderEliminar
  7. Aquí ya sí me has tocado el corazoncito de más, ¡las omelettes de hierbas del Sñ. Pereira! Oculto fetichismo, todavía revivo Lisboa cuando las hago para cenar.
    ¿Y la plaza de La Alegría? donde baila con una muchacha, o a punto estuvo de hacerlo, en la fiesta con farolillos del cuartel de bomberos... en ese momento empieza a tener saudade del que fue, porque ya está seguro de no serlo, y nostalgia de quien será porque no lo conoce aun. Si mi recuerdo del libro no es cierto, déjalo estar, a mí me gusta así. De entre los rincones de Lisboa, que son infinitos, éste no es especial. Fui muchas veces a pasar el rato para encontrarme con el Sñ Pereira. Nunca vi la plaza con farolillos pero allí estaban, los bomberos voluntarios de Ajuda.

    De Saramago recuerdo, no sé en qué libro pero no las comía Ricardo Reis, un estupendo párrafo sobre as tourradas, que por leerlo en portugués y vivir todavía allí las encontré muy lisboetas. Riquisísimas.

    De otros posts de éste blog.
    - Más bien es cincuentona, y solo se adorna con carmín en los labios porque sabe que la decadencia de su belleza es infinitamente más atractiva que la rebeldía adolescente. Si le pides que se peine y sonría porque así estará más bonita, no se va a su cuarto. Más bien te susurra desde sus patas de gallo: “ya fui bonita”, con el encanto de alguien a quién a dejado de importarle.

    - Imaginándolo en plan -así es como lo ves tú -así es como lo ven los demás. Si al portugués, desde el español, no se llega por el cultismo deben de llevar riéndose una jartá de tiempo.

    - Para el mar que se cree río, y si aún nunca habéis llegado a Lisboa, ahí va mi consejo. No lo hagáis en avión, y quizá tampoco en tren. Llegad desde la otra costa en ferry, de Barreiro o Seixal, a Terrerido do Paço o a Cais do Sodré. Si ya estáis en Lisboa, podéis ir a comer a Seixal a la Sociedad Filarmónica, un comedor curioso. Y volver en ferry. Es mar, no río.

    - Sobre los pastéis de Belem. Jamás me comería solo uno, ¿a quién se le ocurre?

    Para todo lo demás
    ... me matas de la envídia.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Esto es lo que se llama comentar todo de una sola vez.
      Lo que recuerdas de Pereira lo recuerdas como es, así que no tengo que mentirte. Y gracias por las bonitas cosas que dices, aunque para mi Lisboa no es una mujer de 50, y el sitio que recomiendas al que iré cuando el clima mejore(siguiendo tus consejos fui a la Casa do Alentejo y he vuelto cada vez que me han visitado).

      Ya te contaré si en el café Orquídea siguen poniendo limonadas a tope de azúcar y si el camarero me dice qué hierbas tan finas le ponen a la tortilla hecha con este surrealista ingrediente. Yo soy más de hacerlas de queso.

      Eliminar